jueves, 2 de enero de 2014

Primeros días por la colonial Mérida y reflexiones sobre la vida mexicana

¡Hola de nuevo gente! Lo primero... ¡FELIZ AÑO 2014! Que toda la basura se quede atrás, porque si se remueve vuelve a oler mal. Que el comienzo del nuevo año sirva como empujón para convertir en realidad esos sueños que desde hace tiempo rondan vuestro corazón, sean grandes o pequeños eso sueños, el verlos realizados servirán para escribir una mágica página del libro de vuestra vida actual, y así siempre que queráis podáis leerlo y sentiros orgullosos de cada paso tomado.

Tras esta introducción llena de deseos, lo segundo comentaros que seguro que os habréis dado cuenta que en los últimos días el blog ha estado desactualizado comparando con los primeros meses, ¡no temáis! Aún sigo con la misma ilusión del primer día para escribirlo y compartir con todos vosotros este viaje, pero hay momentos en los que las circunstancias te llevan a dar prioridad a otros temas, ya sea por dificultad para conectarse a Internet, o por necesidad de asimilar todo lo vivido durante los últimos días para poder escribir el más fiel reflejo de las sensaciones surgidas.

Dicho esto, ¡me pondré ya el uniforme de escritor de viajes! :-D Después de disfrutar del ambiente más playero y algo turístico de Isla Mujeres, el siguiente destino en la agenda era Mérida, ciudad colonial situada en la parte oeste de la península del Yucatán, donde nos esperaba Kike, nuestro primer couchsurfer mexicano. Para ir a Mérida, al igual que estamos intentando hacer para movernos por todo México, agarramos un bus de segunda clase, que son bastante más baratos que los de primera, y nos resultan bastante cómodos, aunque eso sí, mejor llevarse una chaqueta porque parece que algo común el amor que se tiene por aquí al fuerte aire acondicionado. Quizá hayáis notado que he usado un verbo poco común en España, "agarrar un bus", y es que seguro que muchos sabéis que en gran parte de Latinoamérica el verbo "coger", tan usado en España, tiene un significado diferente, con altas connotaciones sexuales. Así que mejor ir entrenándose para evitar algún malentendido. :-P

Como viene siendo habitual en este viaje, y algo que me encanta, a Mérida fuimos con la idea de quedarnos unos 3-4 días, y al final fueron 7 días maravillosos, debido a la calidez y cercanía con la que Kike nos alojó en su casa, a las experiencia que Mérida y sus alrededores nos tenía preparadas, y a una oferta de pasar la Nochebuena con la familia de Kike que no pudimos ni quisimos rechazar.

La ciudad de Mérida está liderada por su centro histórico, el cual sigue la línea de las ciudades coloniales de Latinoamérica. Una plaza central, normalmente llamada Plaza de la Independencia, alrededor de la cual gira la vida social del municipio, con limpiabotas, los bancos ocupados por parejas, ancianos, puestos de comida ambulante por todas partes vendiendo botanitas, marquesitas, tacos...

Mérida, Plaza de la Independencia

Mérida, Plaza de la Independencia

Igualmente, alrededor de la Plaza de la Independencia se reúnen los edificios más emblemáticos de la ciudad, como son la catedral, el ayuntamiento, el museo de arte contemporáneo, con un precioso jardín a su entrada, o el Palacio Montejo, primer español que llegó a la ciudad y la convirtió en colonia española.
Para visitar el centro histórico, pudimos disfrutar de un muy recomendable tour gratuito de unas 2 horas organizado por la Oficina de Turismo de Mérida.

  Mérida, Museo de Arte Contemporáneo

Durante este tour por el centro histórico, estuvimos visitando la Casa del Gobernador, en la que disfrutamos de unos maravillosos murales pintados por el artista Fernando Castro Pacheco, el cual ilustra sin máscaras diferentes escenas de la cultura maya o del proceso de colonización del pueblo maya. Son murales sobrecogedores, que sin tapujos te muestran hechos sucedidos hace no tantos años, y que te hacen pensar una vez más sobre la ausencia de límites y reglas en el ansia de poder del ser humano, y sobre qué riqueza cultural podría regalarnos hoy en día Latinoamérica si no existiesen en los libros de historia página redactadas gracias a la colonización española.

 Mural de Pacheco representado a Fray Diego Landa

Además de la Plaza de la Independencia, simplemente perdiéndote por la calles que la rodean te permite disfrutar del más puro estilo colonial y sobre todo empezar a hacernos una idea del estilo de vida de esta zona de México.

 Calle de Mérida

Y es que paseando tanto por el centro de Mérida como sus alrededores, te das cuenta de ciertas tendencias que dominan la vida de esta región, no sabemos si será algo común en México, lo iremos descubriendo poco a poco. Me refiero a la sensación que tuvimos de un gran ambiente consumista, en forma de restaurantes y puesto de comida por todas partes, en los que la carne es el alimento protagonista, y en forma de numerosos centros comerciales. Quizá por esto no sea extraño que México desde el año pasado sea considerado el país con mayor obesidad en el mundo. La carne domina la dieta del país, y la Coca Cola sirve como camino líquido para ayudar a digerirla. Hemos meditado y hablado sobre ello, un país con grandes recursos naturales, con riqueza vegetal, gran productor de maíz, de frutas nunca vistas hasta ahora, verduras de todos los colores... y aún así resulta más barato ir a comer unos tacos llenos de carne de cerdo a un puesto ambulante que comprar unas verduras en el mercado y cocinarlas tú mismo. Siempre había creído que el consumo de carne era algo reservado para países de mayor potencial económico, que productos como el maíz, el trigo, el arroz, patata... sería el predominante en territorios agrícolas y con menos recursos económicos. Sin embargo nuestra sensación en los primeros días en México es todo lo contrario, ¿la explicación? El por qué la carne parece resultar tan económica ni idea, seguro que cierta influencia norteamericana hay sobre ese ambiente consumista, sobre esa costumbre de pedir gran cantidad de comida y dejar la mitad, sobre ese gusto por comer de forma compulsiva en lugar de vivir cada comida como un homenaje al cuerpo físico que tanto trabajo hace para que disfrutemos de esta vida.

Aún así, aunque para dos vegetarianos como nosotros resulta algo frustrante no poder disfrutar plenamente de la gastronomía del país, algunas quesadillas y nachos van deleitando nuestro paladares deseosos de cultura gastronómica.

Este post lo he escrito con el objetivo de que sirva como introducción a la etapa en Mérida y a la vida mexicana, aún vendrán algunos más en los que compartiré con todos vosotros las primeras impresiones sobre las ruinas mayas, la Navidad mexicana... ¡No os lo perdáis! :-D

Trata a tu cuerpo como lo que es, un gran regalo que te ha dado el universo para poder hacer realidad tus más profundos deseos. Debemos respetarnos a nosotros mismos de forma integral, en espíritu, mente y cuerpo.  

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