jueves, 12 de junio de 2014

Cusco I: Ponemos pies en el ombligo del mundo inca

Creo que toda persona que viajar por Perú, si de verdad siente interés por este país a nivel cultural e histórico, siente algo especial cuando sabe que la llegada a Cusco, el "Ombligo del Mundo", la capital inca, se está acercando. Así nos sentíamos nosotros, evidentemente hasta ese momento habíamos visitado lugares increíbles en el resto del país, pero Cusco es el punto clave dentro de la etapa peruana. No sólo por su cercanía a Machu Pichu, sino por su historia, por ser el origen de la cultura inca, la cual, tras sumergirme en la historia egipcia y la maya, sentía que cada kilómetro que íbamos avanzando en dirección sur por América, nos estaba esperando con los brazos abiertos.

 Vistas de Cusco con la Plaza de Armas como protagonista

La verdad que ya desde el viaje desde Lima a Cusco en bus de 22 horas, la etapa cusqueña empezó de maravilla. Seguro que tenéis algún amigo o primo del vecino de un amigo, que alguna vez al ir a viajar en avión le han dicho que hay overbooking y le han puesto en 1ª clase. Yo al menos he oído muchas historias de estas pero a mi nunca me tocaba... Pues finalmente, dentro de las posibilidades que uno tiene, ¡llegó nuestro turno! Habíamos comprado billete en clase media de bus, por no sé qué problema este tipo de bus no estaba disponible el día del viaje, así que nos metieron en un bus de clase alta. ¡Uff! Nunca viajar en bus fue tan delicioso... :-D

 
Como un rey en el bus

Así que tras las mejores horas que en meses habíamos tenido dentro de un bus, llegamos a Cusco, "ombligo" en quechua. ¿Las primeras sensaciones? Ni se os ocurra subir a toda leche unas escaleras con la mochila a la espalda, sentiréis que los pulmones os estallarán de un momento a otro. Y es que pasar de Lima, una ciudad marítima, a Cusco, situado a 3400 metros sobre el nivel del mar, se nota. No sólo al respirar, pequeños dolores de cabeza, alguna inestabilidad estomacal... Pero bueno, con los días y algún que otro té o caramelo de coca todo se soluciona.

Hablando un poco de historia, Cusco fue la capital del imperio inca, cuyo territorio fue conocido como el Tahuantinsuyo, dividido en 4 zonas en las que su punto común era Cusco, (Chinchaysuyo, Collasuyo, Antisuyo y Contisuyo), abarcando desde el sur de Colombia hasta la parte central de Chile, ¡casi ná! Y el principal personaje que hizo posible este inmenso imperio fue el gobernante inca Pachacutec, el cual comenzó la extensión del imperio tras ganar la batalla por Cusco a la etnia de los chancas, para luego ir extendiéndose rápidamente a costa de otras etnias en todas direcciones desde Cusco. Tal fue la importancia del inca Pachacutec, que no sólo sirvió como inspiración para la rebelión indígena del siglo XVIII liderada por Tupac Amaru II en contra de los abusas hispanos, sino que incluso hoy en día existen billetes con la figura de Pachacutec, propaganda política con que utiliza su figura, y una devoción entre los indígenas hacia esta figura, como sentimiento de inmortalidad de una cultura que aún hoy está muy presente en estos territorios andinos.

Museo monumento a Pachacutec

Y es que mientras paseas por Cusco, ves la cultura inca en los muros formados por una base de piedras incas inamovibles junto con la parte superior de la época colonia; oyes las cultura inca a través de las palabras en quechua que la mayoría de la gente indígena intercambia, en muchas ocasiones para ponerse de acuerdo sobre los precios que cobran a los turistas; hueles la cultura inca a través de la gastronomía aún perdurable con la que sobrevivían, a base de maíz, patata o trigo; en definitiva, pasear por Cusco es cerrar los ojos y viajar con tu imaginación y tus sentidos a principios del siglo XVI, pero a su vez avanzar unos pocos años más y sentir la mezcla entre el imperio pre-colombino y las influencias (imposiciones) del colonialismo. Prueba de esto último es el dato de que Cusco cuenta actualmente con 33 iglesias, todas ellas construidas sobre antiguos templos sagrados incas.

En este sentido, el caso más notorio es el de la catedral de Cusco, levantada sobre el principal templo inca, en el cual existía en aquellos tiempos una piedra sagrada, o waka, la cual según la religión inca concentraba una gran energía cósmica, por lo que durante sus ceremonias era tocada por los habitantes de Cusco para absorber dicha energía. Evidentemente, con la llegada de los españoles y la construcción de la catedral católica sobre este templo, los incas fueron obligados a asistir a las misas católicas en idioma español como parte del proceso de imposición evangélica. Sin embargo, con la independencia de Perú, aquellos cusqueños aún con pasado y deseos de continuidad de la cultura inca, dejaron de asistir a dichas misas. Y ya sabéis, si la Iglesia pierde clientes, se fastidió el negocio, así que el prohibidísimo acceso al subterráneo de la catedral, donde todavía permanecen los resto del templo inca, fue abierto durante unos instantes para coger un trozo de la piedra sagrada, colocarlo a la entrada de la catedral, y de esta manera conseguir que los indígenas sigan accediendo a las misas católicas. Con todo esto, resulta curioso que durante las misas, aún hoy se siga formando una cola de gente indígena, indiferente a lo que el cura esté diciendo, con el único propósito de tocar la piedra que nunca dejó de ser sagrada.

 Plaza de Armas de Cusco, con la catedral a la izquierda

Para saber todas estas cosas y muchas más, no es que yo siempre haya sido un fanático de la cultura inca, pero nada como hacer un tour gratuito por Cusco con un guía joven y entusiasta por lo que hace, y visitar algunos museos como el de Historia Regional, el museo en el interior del monumento a Pachacutec, o un espectáculo de bailes andinos tradicionales, para sumergirte de lleno en la historia inca, y una vez más durante este viaje, pensar la cantidad de conocimientos y culturas que se han perdido a lo largo de la historia a costa del insaciable hambre de "poder" del ser humano.

Evidentemente, no sólo de museos se puede uno de alimentar culturalmente en Cusco, sino que como he dicho antes, simplemente pasear por sus calles, con claros signos de la mezcla inca-colonial, y por supuesto, los restos arqueológicos en las cercanías de Cusco, sirven como un museo al aire libre en el que prácticamente cada giro de esquino representa una nueva sala para visitar. (El tema de los restos arqueológicos lo dejaremos para los siguientes posts, que da para mucho...)

La famosa calle Hatum Rumiyoc, con los imponentes muros incas

 No se andaban con tonterías los incas a la hora de buscar piedras

Otra de las calles con la combinación de arquitectura inca y colonial

Pero incluso para aquellos momentos en los que puedas llegar a cansarte de tanta historia inca por todas partes, Cusco tiene mucho más que ofrecer. Como el barrio de San Blas, el barrio bohemio que nunca puede faltar en todo lugar turístico...jeje. Formado por pequeñas calles adoquinadas, con casitas blancas a los lados, que recuerdan a la típica imagen de los pueblos blancos de Andalucía, con la diferencia de que aquí hace bastante más frio, y que las pedazo de cuestas que hay que subir para recorrer el barrio te dejan con el hígado asomando por la boca...

Plaza de San Blas

Calle en el barrio de San Blas

Y hasta encontramos nuestro pequeño paraíso gastronómico en el que poder evadirnos durante algunas horas de tanta oferta de tours a Machu Pichu, masajes, chompas, gorros de alpaca, y la descarada diferenciación que se hace en los precios a los extranjeros... Gracias al restaurante Green Point, toda una maravilla vegetariana, dentro de la extensa oferta que hay en Cusco de este tipo, donde deleitamos a nuestros estómagos con deliciosas hamburguesas vegetarianas, jugos, chocolates, sopas, e incluso almuerzos baratísimos muy por encima de los típicos almuerzos a base de arroz, ensalada y papas... Os prometo que no me dan comisión por este párrafo, ¡pero es que simplemente saber que íbamos a ir a comer al Green Point ya me alegraba el día! :-D

 El original menú del Green Point

 
Deliciosas samosas en el Green Point

Y si a todo esto unimos que Cusco es el centro de Perú en cuanto a ocio, turismo y cultura, se convierte en toda una experiencia diaria el ir paseando por el centro, sucumbir a los olores de la comida ambulante, al calorcito que se siente en el estómago al tomarte una vaso de emoliente cuando cae la fria noche (bebida a base de cebada, limón, azúcar y hierbas medicinales), darte un paseo por el mercado de San Pedro (diseñado por Alexandre Eiffel) en el que explorar los productos típicos de la sierra andina y empaparte de la vida local, o disfrutar de la cercanía del solsticio de verano, fecha muy especial en la cultura indígena inca, en la que el Sol representa su principal fuente espiritual, y es que durante todo el mes de Junio se celebran en la plaza de Armas concursos de bailes andinos, disfraces...

Puestos de jugos en el mercado de San Pedro 

Con un nuevo amigo en el desfile de bailes andinos 

Concurso de trajes andinos ...

 ...¡La ganadora del concurso!

Por lo que podéis leer en el post, parece que una gran relación de amor acaba de empezar entre la región de Cusco, su cultura indígena, su historia, sus restos arqueológicos, su vida, su frio andino... y el que escribe. Y como toda relación de amor, fue algo que se iba formando día a día, aunque para hacerla demasiado intensa, decidimos hacer una pausa en nuestra estancia en la capital del imperio inca. Tranquilos, volveríamos a Cusco, pero en medio teníamos una buena excusa para ausentarnos un par de días: la visita a la joya de Perú, al centro del turismo espiritual peruano, a la historia viva del pueblo inca. Supongo que ya sabréis de lo que hablo, ¿verdad? Por si acaso hay algún despistado, ¡estad atentos al próximo post!

¡Un abrazo!

"La cultura es aquello que permanece en un hombre cuando lo ha olvidado todo". Émile Henriot, físico y químico francés.

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