martes, 16 de diciembre de 2014

Pablo Neruda, capitán de tierra firme, marinero de la creatividad

Existen muchos tipos de viajeros, aquellos que su principal motivación sentir en su propia piel las diferencias de emborracharse en su ciudad natal o en otro continente; aquellos hambrientos por coleccionar historias para contar y cifras que colgarse como medalla. Nosotros entraríamos en el tipo de viajeros que trata de tomarse cada experiencia del viaje como un aprendizaje continuo, a través de culturas, historias y personas diferentes. Ni un tipo de viajero es mejor ni otro es peor, simplemente diferentes, y a la vez, todos ellos necesarios.

En este sentido, en Chile, concretamente en dos rinconcitos de Santiago e Isla Negra, conocimos a un personaje que aunque ya se nos había presentado hace tiempo, quizá por timidez nuestra o de él nunca nos atrevimos a acercarnos para conocerle mejor y empaparnos de su luz.

Me estoy refieriendo a ese conjunto sonoro fruto de un alma conectada a su creatividad, que como un perfume que sale del corazón pronuncia: "Me gusta cuando callas...", ese conjunto sonoro formado por un nombre y un apellido, que al oirlo en todos despierta alguna sensación, Pablo Neruda. Por supuesto, hemos de dar gracias al padre de Pablo por este nombre, no por dárselo al nacer, ya que el nombre verdadero de Pablo era Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, (poco poético y práctico), sino porque debido a la vergüenza paternal hacia el futuro artístico de su hijo, éste se vio obligado a ocultarse bajo ese nombre artístico que con los años se convertiría en uno de los nombres más conocidos del mundo.


Pero independientemente de qué nombre usara, el regalo que nunca permitirá que este artista muera, es la creatividad e imaginación de su obra, no sólo en forma de libros, sino sobre todo en forma de vida. Vida que trataré de narraros a través de este post, más que atiborraros con datos biográficos, intentaré acercaros a ese Neruda creativo, infantil, enamorado del mar... Y así conozcáis a un ejemplo de que la creatividad es la principal culpable de sacar sonrisas y eliminar cualquier tipo de barrera.

Aunque nació en Parral, con apenas 2 años se trasladó con su familia a Temuco, municipio que desde entonces y hasta ahora se convertiría en su lugar de infancia, ese pueblo en forma de recuerdo que todos y todas tenemos como testigo privilegiado de aquella época en la que la imaginación daba color a cada día. Municipio que a su vez se convirtió en el culpable de la futura inspiración poética de Pablo, gracias a una naturaleza que nunca descansa en su papel de musa inspiradora.

La juventud del poeta estuvo marcada por su precocidad artística, a la que siguieron años de protagonismo político comunista, tanto en su día a día como en su obra, lo que le valió para tener numerosas experiencias viajeras forzadas por toda América y Europa. Hasta su muerte debido a un cáncer de próstata a la edad de 69 años, Neruda no sólo creó toda una obra repleta de versos que forman una danza para el alma, sino que además nos dejó 3 casas que fielmente reflejan la personalidad de este inmortal chileno, la casa de Valparaíso, la casa de Santiago, y la casa de Isla Negra.

Precisamente estas dos últimas casas, o más bien se podría denominarlas museos, fueron las dulces culpables de presentarnos las intimidades de la vida y el espíritu del genial escritor.

Casa de Isla Negra

 Entrada a "La Chascona", la casa de Santiago

Ambas casas, la de Santiago, (la Chascona) y la de Isla Negra, representan sin ningún tipo de timidez ese niño interior que Neruda nunca quiso que muriera, ese amante del mar con un pavor irremediable a sentir el tacto del bravo océano, ese apasionado de la vida social y de convertir cada momento en algo único, algo irrepetible, porque... ¿alguien duda que así es para todos? La casa de Santiago nació de un amor clandestino, de un amor habitual en aquellos tiempos, en los que los ojos y la lengua de la sociedad y la religión tenían aún más poder que hoy en día. Neruda compró La Chascona para que en ella viviese su gran y políticamente incorrecto amor, Matilde Urrutia.

Por su parte, la casa de Isla Negra, se podría decir que representó el gran sueño del poeta hecho realidad en forma de casa, todo un amor a primera vista tal y como plasman las palabras del escritor:

“…La casa … No sé cuando me nació… Era a media tarde, llegamos a caballo por aquellas soledades … Don Eladio iba delante, vadeando el estero de Córdoba que se había crecido …Por primera vez sentí como una punzada este olor a invierno marino, mezcla de boldo y arena salada, algas y cardos…Aquí, dijo don Eladio Sobrino (navegante) y allí nos quedamos. Luego la casa fue creciendo, como la gente, como los árboles…” 

Así que ese gran sueño de Neruda de surcar océanos, capitanear tripulaciones, enfrentarse a incansables tormentas marítimas, pero que la irónica fobia al mar que padecía le obligó a echar mano de su más preciada herramienta, su imaginación, a través de la cual convirtió todas sus casas, especialmente la de Isla Negra, es un barco anclado de por vida, en las que sus bajos techos, sus crujientes suelos, sus estrechos pasillos, su inmobiliario marítimo y las continuas fiestas con el alcohol de protagonista, bien confundieron a más de uno sobre si se trataban o no de barcos reales surcando las saladas aguas del Pacífico.

 Casa de Isla Negra

Ambas viviendas, según pudimos presenciar, suponen todo un paraíso decorativo, de sorpresas y secretos ocultos en cada rincón, toda una muestra de anti-homogeneidad de IKEA. Muebles y objetos cargados de significado, donde ni el más mínimo detalle carece de su historia, de su vida. Desde una pareja en forma de mascarones de proa inmersa en una escena de cortejo, a puertas secretas que permitían a Pablo ir a echarse su imperdonable siesta durante sus cenas sociales, botes de sal y pimienta con las palabras "marihuana" y "morfina", que daban ejemplo del incansable espíritu infantil de nuestro emblemático amigo chileno, o una enorme maqueta de un caballo que fue protagonista de la infancia del poeta. Caballo que, al celebrar  una cena de bienvenida tras su compra, y recibir como regalo de 3 de los invitados una cola, ya que la original fue quemada en un incendio, Neruda lo bautizó como el caballo más feliz del mundo, por ser el único en el mundo que tiene el gusto de tener tres colas. ¿Alguna vez habéis visto un mejor ejemplo de integración del humor con la empatía? :-)

Comedor de la casa de Isla Negra, con los "amantes" de cortejo

Caballo en la casa de Isla Negra

“En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche”.

Tanto la Chascona como la casa de Isla Negra, sirvieron a Neruda no sólo como juguetes con los que saciar su pasión marítima, sino como baúl en el que albergar su otra pasión, las colecciones, desde las más "normales" como barcos dentro de botellas, hasta las más extravagantes, como una serie de mascarones de proa  con forma de exuberantes mujeres, a lo que Neruda aludía que le recordaban a sus antiguas amantes. Me habría gustado ver la cara de Matilde... :-D

Amante de la compañía y del buen comer, siempre dispuesto a invitar a un manjar y un buen trago a todo aquel que le compensase con una buena conversación, no fueron pocas las comidas que Pablo celebró en sus casas. Preparadas hasta el último detalle. En la mesa, copas de colores, ya que evidentemente, "el vino sabe mejor en ellas"; el baño masculino decorado con fotos de señoritas ligeras de ropa, para así hacer más motivante y entretenido ese momento personal; el menú, debidamente anunciado cual trovador haciendo las delicias de los oídos de su rey; y por supuesto, unos invitados impacientes ante la tardía comparecencia de su anfitrión, cuál obra de teatro que empieza con retraso, contribuyendo a la expectación del público, hasta que el gran e infantil Pablo aparecía por sorpresa tras una puerta secreta haciendo las delicias de sus invitados.

Comedor de "La Chascona"

Incluso esa afición por deleitar a su estomágo con los mejores obsequios, fue plasmada en poemas dedicados a sus platos e ingredientes favoritos, como el congrio o la cebolla. ¿qué puede inspirar más a un poeta que aquello que excita su alma y/o sus sentidos?

...También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino...

ODA A LA CEBOLLA

A través de este post no sólo quería presentaros a uno de los personajes que más impacto nos ha causado durante nuestra aventura viajera, sino que además, a través de él, quería transmitir la importancia de un valor que todos llevamos dentro, algunos un poco enterrado bajo capas de ilusión, la CREATIVIDAD. Esa cualidad que segun palabras del gran Ken Robinson: "las escuelas matan la creatividad". Porque en un mundo en el que, sobre todo hoy en día, llueven tiempos de dificultades económicas, en el que la crisis afecta sobre todo a la independencia del individuo, a nuestra libertad de ser, ¿qué puede haber más util que la creatividad? Una creatividad que produzca ideas con las que pasar de página, una creatividad que represente algo nuestro, único, una creatividad que sirva de herramienta para una forma diferente de pensar y de actuar, ya que como dijo Einstein: "no podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos".
 
Y para despedir el post, aparte de la frase que nunca falta a la cita bloguera, os dejo con una foto que nos ayudó a Ewe y a mí a seguir creando en nuestro interior y más adelante exteriormente el lugar que nos acoja y sea testigo de una vida repleta de crecimiento y felicidad.

Dormitorio en la casa de Isla Negra

"El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta." Pablo Neruda

martes, 2 de diciembre de 2014

¡A deleitar las pupilas y poner los glúteos duros en Valparaíso!

Seguimos por tierras chilenas amig@s, y aunque en un principio la idea era pasarnos únicamente por Santiago de Chile y después volver hacia Argentina, como en los últimos días habíamos oído maravillas sobre una pequeña ciudad costera, colorida, cultural, histórica, y a apenas hora y media de Santiago, pues no pudimos ni quisimos resistir la tentación de visitar Valparaíso, Valpa para los amigos... Además, eso es lo mejor de los planes, ¡cambiarlos porque surge algun circunstancia que te da la oportunidad de mejorarlos! :-D

Así que tras despedirnos de Carlos, nuestro anfitrión en Santiago, pero esta vez con un "hasta dentro de un par de días", un nuevo viaje en bus para la colección, en esta ocasión de los cortitos, ¡y rumbo a Valparaíso!

Como suele pasar con ciudades portuarias en todo el mundo, la situación geográfica de Valparaíso la convirtió desde hace ya unos cuantos siglos en protagonista de la historia chilena y de todo América Latina. A pesar de que la zona ya estuvo habitada antes de la llegada de los colonos españoles, fue el capitán Pedro de Valdivia, a las órdenes de Pizarro, quien fundó en aquella época colonial la ciudad de Valparaíso, convirtiéndose en el principal puerto del país. Sin embargo, desastres naturales como el gran terremoto de 1.730, en el que el tsunami que se originó llegó hasta Japón, y los continuos saqueos piratas, convirtieron a la ciudad en un territorio apenas habitado, y una ciudad que ha necesitado continuas reconstrucciones, en la que evidentemente, ningún rastro arquitectónico queda de la época de la conquista.

Durante los siglos siguientes, el puerto de Valparaíso fue testigo de numerosas batallas, como la guerra anglo-estadounidense, la independencia de Chile o la independencia del Alto Perú. Pero ya a finales del siglos XIX, siendo ya Chile independiente y abriéndose al mercado internacional, el puerto de Valparaíso se convirtió en protagonista del crecimiento industrial y económico de todo el país, lo que provocó un aumento increíble de su población, obligando a extender la ciudad hacia los cerros e incluso ganando terreno al mar, formando así el anfiteatro natural que es hoy en día Valparaíso, en el que la mayor parte de la población se concentra en las faldas de los cerros, ayudados por un gran número de ascensores-funicular para no hacer el camino desde el centro hasta sus casas una tortura física diaria.

 Unos de los ascensores de Valparaíso

Y ya desde que fuimos entrando con el bus en Valparaíso, pudimos ser testigos de esa distribución de la ciudad en forma de anfiteatro, donde el centro de la ciudad está rodeado de superpoblados cerros, en los que se alternan impresionantes mansiones con precarias chabolas, aunque eso sí, con un colorido generalizado y muy atractivo para nuestros ojos curiosos.

 Vista de uno de los cerros de Valparaíso

A la hora de visitar Valparaíso, dejando aparte el esfuerzo de subir y bajar empinadísimas cuestas, es toda una maravilla pasear durante horas por cada una de los calles y recobecos de esta ciudad-museo al aire libre.  Cada pocos pasos, nos veíamos obligados a parar y alimentar nuestras tarjetas de memoria de las cámaras con instantáneas con nuevos colores, estilos arquitectónicos, incluso escaleras urbanas coloreadas, adornadas con mensajes, consiguiendo un ambiente muy bohemio y cultural, en el que no sabes qué te espera al doblar la siguiente esquina.

Colorida pendiente en Valparaíso

Parecidos, pero no iguales...

Festival de colores en el cerro Concepción

 Las casas de la clase alta

Pero es que ni siquiera los perros o los restaurantes se libraban de esa acertada tendencia colorista. Para los primeros, según la impresión que nos daba, parecían sentirse bastante a gusto en sus decoradas chabolillas. Y en el caso de las cafeterías y restaurantes, el gusto y la originalidad con que estaban adornadas sus entradas, te obligaban a al menos asomar la cabecita para comprobar qué magico mundo de dibujos y luces se escondía en su interior.

Hasta los perros participan en la fiesta del color

Con esos colores y ese nombre, ¿a quién no le apetecería entrar?

En definitiva, desde nuestro humilde punto de vista, no puede haber visita a la zona centro de Chile sin una escapadita a Valparaíso, sobre todo para aquellas pupilas que se dilatan antes paisajes coloridos y dibujos engimáticos. A cada paso, en cada esquina, puedes sentir ese espíritu cultural y alternativo que envuelve la ciudad, aunque eso sí, si no fuera por los ascensores a pie de cada uno de los cerros, quizá este hechizo que Valpa nos regaló se habría visto oscurecido por unas lindas agujetas en nuestros lindos traseros... :-D

¡Un abrazo y saludos de los caracoles!

 Los caracoles con el puerto de Valparaíso al fondo

"La imaginación es la fuente de todo logro humano." Ken Robinson, educador y escritor británico.